Los asesinos de Noir

Tras una pista

- ¿Todos en sus posiciones? Bien, a mi señal entramos. Tres, dos, uno… ¡YA!
Las fuerzas armadas echaron abajo las puertas entrando desde diferentes puntos del almacén abandonado en el bosque a las afueras de un pueblo.
- ¡Levanten las manos donde podamos verlas!- anunciaba el primero en entrar mientras apuntaba a la nada.
- Vacío, Jefe.
- Por aquí también.
- Nada en el sector tres.
- Grupo 4 vigilen las salidas, los demás que comience el rastreo por las siguientes plantas- ordenaba el que comandaba la intrusión.
En poco tiempo volvían a comunicarse.
- Primer piso despejado.
- En el segundo tampoco hay nadie.
- ¡Mierda!- zapateaba el comunicador hacia el suelo- otra vez se nos han escapado.
- Yo ya le había dicho que era muy sospechosa esa información dada por un grupo de contrabandistas sobre un almacén abandonado.
- ¡He encontrado algo!- sonó en el comunicador.- Hay una trampilla en la planta baja, detrás de unas cajas.
De inmediatos las unidades se movilizaron hacia la zona donde uno de sus compañeros avisó. Con sumo cuidado levantaron la trampilla. Unas escaleras descendían, pero antes siquiera de poner un pie dentro, un fuerte olor a putrefacción subía. No habían encontrado al grupo criminal que buscaban, pero si hallaron uno de sus puntos de desechos de cadáveres.
- ¡Dios! Aquí hay un montón de cadáveres, cuanta gente…
- No creo que sean ni la mitad de los desaparecidos que hay…
- ¡Que hacéis ahí plantados! ¡Que alguien llame a los forenses! ¡Acordonad el área! ¡VAMOS, VAMOS! MOVEROS.
- ¡Si, a la orden!
- Otro callejón sin salida, espero que de estas víctimas encontremos algo, aunque sea algún descuido por parte de los atacantes…- se lamentaba el hombre encendiendo un puro.- ¿Dónde está Scar?
- Me parece que fuera, señor.
Con el puro en mano salió al exterior mientras los demás se movían de un lado a otro inspeccionando la zona en busca de pruebas y preparando el lugar para los forenses. Encontró a Scar rodeando el almacén.
- Hay marcas de vehículos, no  parecen recientes.- comentaba el hombre acuclillado.- Es imposible seguir el rastro, fueron entre los arbustos y la maleza. No dejan muchas más huellas.
- Lo ponen difícil- dio una calada- pero en algún momento se despistaran y los pillaremos. Entonces tendrán los días contados.

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