Los asesinos de Noir

El tiempo pasa

Ya habían pasado unos meses desde que me  integré oficialmente como aprendiz de Andreas. En ese tiempo, Margaret, una de las que trabaja en El Pléyades, me enseñó a leer para hacer las recetas o incluso leer los libros que la hermana Kat me regalaba a menudo para que aprendiera cultura general. También consiguieron que Ma me dejara  colocar una cama y un pequeño armario en el almacén para que pudiera usarla como habitación. Pero no estaba muy contenta de que le almacén perdiera zona de almacenaje. Sigo sin poder hablar ampliamente con toda la gente, pero siguiendo el consejo de la hermana Kat puedo tener fluidas conversaciones con ella, con Andreas y con Mimí.
- Desde que Ulric ayuda a Andreas la comida esta buenísima- comentaba una de esas chicas.
- Oye que os estoy oyendo- hacia pucheros Andreas.
Todas estaban sentadas comiendo y disfrutando mientras Andrea seguía sirviendo bebidas o platos a las que quieren repetir. Yo desde el fogón seguía las bromas.
- Tú, pequeñajo, saca el postre- se acerca Ma- Mejor llévale la comida a Karenet. La pobre no ha bajado. Ha debido tener una mala noche.
- De inmediato- respondí dejándole un trozo de tarta helada y sirviendo un plato para la hermana Kat sobre una bandeja.
Subí raudo hasta su habitación, me había conseguido memorizar las habitaciones de cada una de ellas. 
- Hermana Kat, ¿puedo pasar? Soy Ulric, traigo tu comida.
- No hace falta que entres, puedes dejar la comida en la puerta, ahora la recojo yo.
- No me molesta entrar.
- Da igual, no quiero que me vean ahora. Por favor, solo déjalo ahí.- insistió.
- ¿Puedo hacer algo para ayudarte?
- Gracias, pero no hay mucho que hacer. Me encanta tu comida, así que sigue así.- sentí que me estaba sonriendo a través de la puerta.- Otro día vayamos a dar una vuelta los dos juntos ¿vale? 
Dejé la bandeja que llevaba la comida en el suelo.
- Bueno, espero que te mejores.- dije y me marché.
Aun me giré un momento a mirar si salía, pero nada. Volví a la cocina. Mimí estaba, esta vez, ayudando a Andreas en mi ausencia. Volví a la cocina a seguir preparando las cosas para el postre.
- No ha salido ¿verdad?- se acercó Mimí.
- No…
- Seguramente esta noche Ma la dejé libre de trabajo.- suspiró Mimí mientras se servía un trozo de tarta helada- el cliente de anoche tiene unos gustos un tanto extraños y esta vez le tocó a la hermana Kat.- suspiró y aunque intentó sonreír no pudo- gafes del oficio… Es duro, pero así es la realidad de esta vida.
Era frustrante no poder hacer nada y solo mirar, si yo me sentía así, cómo se debería sentir Mimí quien es la encargada de llevar a los clientes a las respectivas habitaciones. La hermana Kat es la mujer más amable y buena que nunca conoceré y aun así la vida la trata tan mal…

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