Los asesinos de Noir

No entraba en el trato

Tenía que apurarme. He de llegar a casa antes de que mi esposa viese la invitación.
Aparqué el coche en el garaje, saludé a los perros que saltaban sobre mí y me dirigí al buzón: vacío. Solo significaban dos cosas: No había llegado o la había cogido.
Entré en casa preparado para lo peor. 
- ¡Hola, papá!- saltó a mis brazos Mirai 
- Hola cariño- la levanté en brazos.- ¿Dónde está tu madre?
- En la cocina, no sé qué ha pasado pero está muy contenta. Ha dicho que nos haría lasaña para cenar.- me abrazaba por el cuello.
Pasé hasta la cocina, dejé a Mirai en el suelo y me acerqué a Clarisse. Rápidamente, ella dejó de hacer lo que estaba haciendo y me dio un ligero beso. Se secó las manos y me acercó un sobre en el cual las letras estaban en dorado y en relieve.
- Estoy contentísima, el Señor Geef te ha invitado nada más ni nada menos que a una fiesta particular de la empresa. Y parece que van a asistir gente muy famosa. – acarició la cabeza de Mirai y las dos me abrazaron.- Estoy encantada de que dejaras todo eso del ejercito militar, pero no  esperaba que te hicieras un nombre en la empresa para que incluso te invitaran a las fiestas.
- Bueno, cariño, tampoco es tan así. Estas exagerando. Van muchos más empleados también.
- ¡Y qué más da eso! Lo importante es que te han invitado y se ve que nosotras también podemos ir.- movió el sobre.
- ¿¡Qué!?- se lo arrebaté, bajo su mirada de asombro.
Leí la invitación de arriba abajo dos veces sin creerme lo que leía.
<< El Director ejecutivo Geef. Tiene el honor de invitar a Leónidas Mustang junto a su familia a la celebración de la empresa que se celebrará el día X de abril de xxx6, a las 22:00. No se necesita llevar nada a excepción de las insignias adjuntas junto a esta carta. Su uso es obligatorio para entrar. La fiesta contiene baile y comida por lo tanto durará hasta entrada la noche. Un cordial saludo *firma Geef* Multinacional Abyss>>
- Mañana, Mirai y yo, iremos a comprarnos unos vestidos para la ocasión ¿verdad?- le sonreía mientras Mirai se alegraba por la idea de ir a la fiesta.
- Mira papá, los pines tienen nuestras iniciales grabadas.- comentó mientras estiraba sus pequeñas manos hacia mí, mostrando los tres emblemas que vinieron con la carta.
- Ya veo, muy bonitas. Me dais un momento, tengo que hacer una llamada urgente- me excusé y salí al jardín trasero mientras marcaba el número del jefe.
Sonó un rato antes de que descolgaran desde el otro lado.
- Me imaginé que me llamarías, pero no tan rápido- su voz casi sonó a burla.
- Esto no entraba en el trato, todas mis acciones habían de quedar al margen de mi familia. Por lo que meterlas de cabeza en una misión no es lo que habíamos acordamos.- tuve que retener mi tono para no alarmar a nadie de la casa.
- Calma Leo. Llevar a tu familia te da más cuartada y te permite socializar más fácilmente que si vas tú solo con el aspecto que tienes al ponerte serio. Por otro lado, con tu familia presente y que puede que ocurra alguna desgracia, trabajaras más eficientemente y con más cuidado para no delatarte- Hablaba despacio y tranquilo, algo que me exasperó bastante. Tenía un control total sobre mí, ya solo era un pelele en sus manos.
- Sabía que no podía fiarme…- casi rechino los dientes.
- Piénsalo, no te quedaban muchas opciones, ya sabes de lo que soy capaz y de la gente que uso. Mejor de amigos, que de enemigos- entonces si soltó una risa.- Disfruta del día, y os espero en la fiesta.
Colgó y yo me quedé allí, apoyado en la barandilla. No había manera de salir, desde el momento que puso la vista en mí, ya no tenía escapatoria. Y al final el punto que utiliza contra mí es mi propia familia. ¿Qué podía hacer?
- ¡Papá!- llega Mirai corriendo- Pregunta mamá, si usarás el uniforme de etiqueta con algunas de tus medallas.
- Hum… pues aún no lo había pensado ¿Tú cómo quieres que me vea?- me agaché a su altura.
- Papá esta guapo con cualquier cosa. Pero me gustan tus medallas- me abrazó por el cuello.
- Pues con uniforme de etiqueta que voy- respondí levantándola, ella dio un chillido del susto y empezó a reír mientras me frotaba con su pelo el cuello. 

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