Los asesinos de Noir

Regañina al final

- Señorita Violet, señorita Violet- me llamaba la encargada de limpiar mi apartamento.- Ha llegado una carta importante y tengo al teléfono a su manager. Y… ¿Se va a algún sitio?
Acabé de atarme los zapatos.
- Iba a dar una vuelta. ¿Qué es esa gran noticia?- pregunté mientras me pasaba el teléfono inalámbrico.
- Me ha llegado una oferta de un patrocinador, pide que participes en una fiesta. No te piden ningún requisito, solo asistir. No podemos rechazar tal oferta.
- Por mi vale, ¿Es esta carta, la invitación?
- Sí. Perfecto, estoy encantado de que aceptes tranquilamente. Intenta no meterte en problemas antes de la fiesta, no arruinemos la idea que se hicieron al invitarte.
- Sí, sí…- colgué- Me voy.
- Vaya con cuidado.- dijo aunque ya la vi pulsar el botón que avisa  a mis guardaespaldas de que he salido de casa.
No me dejan libertad ninguna, ya es difícil poder ir por la calle sin que me aborde algún fan, para encima tener que ser perseguida por guardaespaldas encubiertos entre la gente. Por suerte se me da muy bien evadirlos. Les hice dar vueltas por el centro comercial y me escabullí de ellos entrando en un baño público.  Salí por la ventana y salté el muro que rodeaba el edificio. Fue tarea fácil esquiarles a ellos y a las cámaras de seguridad del exterior pues apuntaban al parking.
- Ale, por fin libre- comentaba mientras seguía paseando por la calle.
Me había vestido con pantalones vaqueros anchos y una sudadera con capucha, que llevaba puesta, suficientemente ancha como para taparme bien la cara. Y quise rematar el conjunto con unas gafas de sol y mascarilla. Menos mal que no hacía mucho calor, sino ya estaría asándome.
Fui a pasear por el parque y aproveché para comprarme un tentempié en una tienda cercana. Paseé un poco más por las calles infestadas de gente que no hacían más que ir de un lado a otro con prisas. Me senté en un banco para mirar sus ritmos de vida acelerados, cuando vi a un niño pequeño llorando. No le di importancia pues había un hombre adulto a su lado. Pero empecé a notar que algo no encajaba. Por sus gestos corporales, el niño no parecía conocer al hombre y el hombre agarraba con firmeza el fino brazo del niño. La gente no hacía nada y pasaban al lado sin fijarse tampoco mucho. Me levanté y fui tras ellos cuando el hombre guiaba al niño hacia una callejuela entre dos edificios.
Típica callejuela mugrienta con contenedores de basura en un lado del camino. Habían amordazado al niño pues seguiría llorando y gritando de no ser así. Me escondí tras una puerta rota que había sido dejada junto a la pared. Conté un total de cuatro hombres, uno corpulento, otro musculoso y los otros dos bastante normales. Rebusqué en mi bolsillo para ver que llevaba encima: La cartera con unas cuantas monedas, unos chicles, el móvil en silencio con quince llamadas del manager y un silbato para perros. No había mucho que hacer, habrá que ir de frente con todo. Guardé las monedas en mis manos, para arrojarlas si hiciera falta.
- Disculpen, pero creo que el niño no quiere ir con vosotros- avancé tres pasos hasta ellos.
- ¿Tú quién eres?
- Hombre, me gustaría decir que tu peor pesadilla, pero soy muy mona para serlo- bromeé mientras veía como entre ellos intercambiaban miradas.
- Cogedla, no podemos dejar que escape.- ordenó el grandullón.
- Tampoco pensaba escapar.
Dos de ellos se abalanzaron sobre mí, salté hacia atrás para esquivarlos. Intentó darme un derechazo y aprovechando la proximidad le agarré y le retorcí el brazo por detrás de la espalda. Cuando cayó de rodillas, golpe en seco en la nuca y uno menos.
- ¿De dónde ha salido esta? Dejaros de bromas- se le subía el tono de voz.
- Acabaré rápido- sonreía uno mientras me enseñaba una navaja.
Empezó a lucir movimientos de navaja mientras se acercaba. Para mí que no me estaban tomando muy enserio. Aburrida de verle hacer tonterías cogí impulso y le golpeé en la entrada del estómago haciendo que el hombre se curvara mientras escupía saliva.
- Si me dejáis llevarme al niño, nos iremos sin decir nada más.- comenté con las manos en los bolsillos. 
Avanzando un poco más visualicé a los pies del chico un tenedor. 
- Es que tengo que hacerlo todo yo- el corpulento se levantó ya rojo de rabia.
- No te muevas o le rajo- dijo el musculado agarrando al niño.
Levanté los brazos mientras el corpulento se acercaba. Primer golpe fue directo a mis costillas. Inspiré para no darles la satisfacción de verme jadear. Lo siguiente fue agarrarme de la sudadera levantándome unos palmos del suelo.
- Esto te aprenderá a saber cuál es tu sitio.- su aliento apestaba a alcohol.
- Y esto te enseñará a no levantar a alguien de mi estatura a esta altura- dije mientras le metía las monedas que tenía en las manos en la boca y le pateaba con todas mis fuerzas entre las piernas, que me quedaba a la altura ideal.
Mientras el hombre se desplomaba agarrándose de sus partes e intentando no ahogarse con las monedas fui corriendo hasta el niño. Y le desaté la boca.
- Escóndete dentro de aquel cubo de basura y no salgas hasta que te lo diga ¿Está claro?- El niño asintió entre lágrimas.
Solo quedaba uno, pero ¿Dónde se había metido? Estaba amenazándome con herir al pequeño y ahora había desaparecido. No creo que haya huido.
- Ahora si acabó el juego. Levanta las manos- noté el cañón sobre mi cabeza- No sé quién c*ñ* eres pero, tu juego se acaba aquí. Esto te pasa por querer hacerte el héroe. Tus últimas palabras.
- Comprueba que realmente llevas las de ganar.
Me giré haciendo que su brazo quedara por debajo de mi axila, haciendo que apuntara con el arma al suelo. Con el impulso alcé el tenedor que había recogido al desatar al niño y se lo clavé en un ojo. El hombre gritó mientras retrocedía poniendo las manos sobre el tenedor clavado y ensangrentado. Golpeé su muñeca para que soltara la pistola que llevaba. Pateé el arma lejos. 
Saqué al niño del cubo de basura y nos alejamos del callejón. Ahora que lo observaba mejor, sus ropas eran muy costosas y de marca.
- ¡Jorge! – gritaba una mujer corriendo de una lado para otro entre lágrimas.
- Mamá…- dijo el niño acabando de secarse las lágrimas con la manga.
Esa escena llamaría mucho la atención y la mujer estaba acompañada con la policía por lo que sería problemático.
- ¿Es tu madre? Pues venga corre con ella- le susurré mientras le daba un ligero empujón para que espabilara.- Y dile a los policías donde está la gente mala.
El chico corrió llamando a su madre. Se fundieron los dos en un abrazo entre lágrimas. Antes de que el niño le diera tiempo a indicar el callejón, ya me había marchado de allí.

Me dolía el golpe en las costillas. Saqué el móvil mientras me dejaba caer en un banco del centro comercial.
- ¡Violet! Se puede saber dónde te has ido sin los guardaespaldas. 
- Bueno, estoy bien, gracias por la preocupación.- intenté sonreír aunque igualmente no podría verme.- he ayudado a un niño perdido dejándome el tipo y me riñes como si hubiera ido a robar o algo.
- ¡Violet! Por Dios, ¿Dónde estás?- se notaba que estaba de los nervios.
- En el centro comercial. Aunque ahora volvía a casa. Podrías decirle a Marie, que me prepare el baño, me gustaría bañarme en llegar.
- Vale, pero ten claro que no te irás de rositas. Te ha de caer una buena regañina. ¿Está claro?
- Sí- suspiré y vi como los guardaespaldas se me acercaban.- Ya han llegado. 
- Bien espero que no te pierdan de vista y te escolten bien.- Colgó
- Siento haceros el trabajo tan duro. Pero no soy de las que se quedan quietas- bromeé mientras nos encaminamos hacia mi apartamento.
Por hoy había tenido suficiente diversión.

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