Los asesinos de Noir

¿Y quién dijo que el diablo no tiene hermanos?

- Me parece que esta es la dirección. Sí que vive lejos el hombre este…- protestaba Nathan mientras avanzaba por un camino hacia la casa.
Timbró un par de veces pero nadie respondió, rodeó la vivienda y forzó la puerta trasera. Ya dentro de la casa empezó a buscar lo que la misión le pedía, unos documentos que escondía ese hombre. Nathan dejó que Edgar rebuscara también. De pronto escuchó como alguien abría la puerta principal con las llaves. Esperó a que el que entraba llegara al salón.
- ¿Quién es usted?- dijo un niño al entrar por la puerta.
- ¿Qué tal, pequeño? Soy un amigo de tu padre. Estaba esperando a que volviera. ¿Crees que tardará mucho?- dijo mientras le saludaba.
- Me parece que no- miró su reloj- ¿Cómo has entrado?
- Mi amigo me ha ayudado- dijo enseñándole a Edgar.
- ¡Oh! Es un mapache de verdad- se emocionaba- ¿puedo tocarlo?
- Claro, cógelo- respondió mientras le pasaba al animal.
El chico dejó la mochila en un lado y agarró al animal en brazos. Reía mientras acariciaba su pelaje. Acabaron los tres sentados en el sofá hablando tranquilamente.
- ¡Brath! Ya estoy en casa- se volvía a abrir la puerta.
- Hola papá, tienes visita.- saludó desde el sofá a su padre.
- ¿Sí?- entró en la sala- Brath… Ven aquí. Aléjate de eso.
- Venga hombre no seas tan frio- sonreía Nathan con su sonrisa cínica.
- ¡Mira papá es un mapache de verdad!- se levantó el chico.
- ¡He dicho que dejes eso!- el padre tiró del brazo el hijo para alejarlo de Nathan.
El mapache saltó de los brazos del niño y se alejó.
- ¿Por qué? Es muy gracioso- protestó.
- Me da igual, esta gente es muy peligrosa. Sube a tu cuarto.
- Pero…
- ¡QUE SUBAS!
- Vale- a regañadientes subió al piso de arriba.
Quedaron en silencio hasta que escucharon como la puerta de piso de arriba se cerraba.
- Nathan, ¿Qué haces aquí? ¿Qué quieres?- preguntaba mientras se acercaba a un mueble próximo a él.
- Hum… Sabes, realmente tendría que haber venido otro a por ti, pero como yo era el que estaba más cerca, pues aquí me tienes.
- Eso no responde a mi pregunta.
- Vengo a por unos documentos que te llevaste sin permiso.
- Yo no sé nada.
- Ya estamos con la misma cantinela, claro que si lo sabes.- suspiró- ¿Crees que te puedes llevar cosas de Noir sin que nos demos cuenta? Estas cosas salen caras.
- Entonces, vienes a por los papeles y a eliminarme ¿no?
- Si, en resumen, sí. Aunque no me gusta la segunda parte.- comentaba mientras sacaba la pistola de su chaqueta americana.
- A mí no me importa que me hagas, pero no involucres al chico.
- Bueno eso depende… Si no se interpone en lo que tengo que hacer. A lo mejor me lo pienso.- bromeaba mientras colocaba el silenciador.- Pero dime ¿Dónde guardas los papeles?
Antes de acabar la pregunta el hombre levantó la mano alzando una pistola que había cogido del cajón, pero antes de que pudiera hacer nada, Nathan ya había saltado sobre él, empujándolo hacia el suelo.
- Venga hombre, tantos años en Noir y pensaste que así me eliminarías. Me decepcionas- dejó de sonreír mientras mantenía al hombre contra el suelo.
Le sacó la pistola y la lanzó lejos. Apoyó su pierna sobre el abdomen del hombre dejándole respirar lo mínimo.
- Pesas- protestó. – y sabía que no serviría, pero tenía que intentarlo.
- Valiente de tu parte. Aunque algo tonto. Pero me vale, me gusta jugar con mis presas.- volvía a mostrar aquella siniestra sonrisa.
- Lo sé, os conozco bien. Solo dejé Noir para proteger a mi hijo y ahora parece que va a ser peor el remedio que la enfermedad. Pero que quiere Geef de mi.- ya no se molestaba ni en forcejear.
- Yo tampoco estoy muy seguro, a lo mejor quiere que vuelvas, quien sabe.- comentaba mientras bajaba la pistola hasta pegar el cañón del silenciador sobre la pierna del hombre.- Odio tener que ensuciarme las manos, pero si no te hago algo de daño no me sentiré satisfecho.
- Puedes hacer lo que quieras conmigo, pero deja en paz a mi hijo.- apretaba los dientes.
Nathan puso su mano en la boca del hombre para evitar que gritara y jaló del gatillo, el silenciador hizo su trabajo y casi no se percibió el disparo. Al hombre le habían saltado las lágrimas y gritaba internamente mientras Nathan mantenía su boca tapada.
- Edgar, ves a ver cómo está el niño- ordenó al mapache que enseguida subió al piso de arriba.
El hombre forcejeó para mostrar su indignación por aquello.
- Yo en ningún momento prometí nada.- respondió mientras deslizaba el arma hasta el hombro.- Yo de ti, me preocuparía un poco más de cómo me divierto con esto.
De nuevo, disparó, esta vez en el hombro. El hombre ya gritaba pero Nathan seguía haciendo que se detuvieran los gritos sobre su mano que oprimía con fuerza la boca. Cuando se calmó, quitó su mano y se levantó de encima.
- ¿Y bien? ¿Dónde están los papeles?- preguntaba mientras se limpiaba la mano en el sofá.
- Detrás de la estantería- respondió mientras se apoyaba en la pared y agarraba su brazo lastimado.
La sangre empezaba a extenderse por la camisa y el suelo. Sentía la pierna entumecía y no era capaz de mover el brazo como quería. Se empezaba a marear por la pérdida de sangre.
- No te desmayes, oyes- le hablaba Nathan mientras empujaba la estantería.-Solo han sido dos disparos y ninguno en un punto vital. Así que no llores como nena.
Tras un momento de forcejeo por parte de la estantería, cayeron unas carpetas con los documentos que Nathan buscaba. Los revisó un momento y confirmó que eran los que buscaba. 
- Siempre supe que de entre los asesinos de Noir, Bishamon y tú erais los más normales. Y que dejaban vivos a más personas inocentes.- comentaba con algo de ironía.
- No digas tonterías quieres.- se sentó en la mesa frente a él- por culpa de ser tan indulgentes, Bishamon y yo estamos en los puesto más bajos, y por muy habilidosos que seamos en nuestros campos, no ascendemos- casi sonaba a protesta.
- Bueno, ahora que tienes los papeles, ya puedes terminar conmigo- casi intentaba sonreír mientras cerraba los ojos.
- ¡Ey! Pero no te duermas- se acercó a él.-Eres un idiota.
- Lo intentaré…
- Al menos déjame decirte una última cosa.- lo levantó y lo dejó suavemente sobre el sillón que había al lado del sofá.-Gabriel, como hermano, has dejado mucho que desear pero que no me dijeras que tenías un hijo, ya te vale. Soy tío y ni lo sabía.
- ¡Ja! Como si pudiera haberlo dicho, ya sabes lo que pasa cuando se involucra la familia en Noir, o te amenazan para que trabajes por sus vidas o los eliminan para que no te distraigas.- cogió una bocanada de aire- ¿Cuál crees que hubiera sido si te lo decía?
- Pues no decirlo, te ha llevado a este extremo. No sé qué será peor.
Nathan alzó la cabeza al escuchar coches en el exterior. 
- ¿Quién es la madre del niño?
-
- ¡WHAT! Eso es imposible.
- Brath, es uno de los proyectos de los papeles que buscas. 
- Clones.
- Casi, no llegó tu ADN para hacerlo idéntico, para estabilizarlo usé el mío. Como somos gemelos no rechazó la mezcla. –se apretaba el hombro- No quería que él acabara como Reina, siendo un juguete para un proyecto mayor. Una cobaya de experimentación.
- ¡AHH DIOS! Por qué no me lo dijiste antes. 
- De que hubiera servido.
- Seguro que, por lo mínimo, no tendría que haberte disparado.- pateó la mesa.- Levanta. Nos vamos.
- ¿A dónde?- pareció espabilar.
- Ha hablar con Geef.
- Estás loco.
- Lo se.- le ayudó a levantarse.- Y ¿desde cuando llevas gafas?
- Desde que me dejé los ojos trabajando horas y horas- se reía un poco- Nah, es para diferenciarme de ti que mucho me parezco. Me paran por la calle para que les firme un autógrafo.
- Bueno es lo que tiene ser famoso. Edgar se encargará de Brath hasta que calmemos el asunto. 
- Con lo cómodo que hubiera sido que me hubieras metido un tiro y no pensar en nada más- protestaba mientras salían de casa.
- Siempre buscando la vía fácil ¿eh?
- Ya sabes somos tal  para cual- se rieron un poco juntos.
Nathan ayudó a su hermano a subir a uno de los coches que esperaban en el exterior. Brath pudo ver desde la ventana como se marchaban los coches y él se quedaba allí junto al mapache.

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