Los asesinos de Noir

Leyéndole a la Reina

- Había una vez un buen hombre que se casó con una buena mujer. Él trabajaba con animales y los querían como si fueran sus propios hijos. En especial a una gata negra que quería mucho a la mujer. Eran una familia adinerada pero por alguna razón ambos no concebían ningún hijo. El hombre se desvió de su camino sumergido en sus fantasmas y problemas, camino que le llevó a empezar a beber y a acostarse con otra mujer que pagaba con dinero. Un día leyó una de las cartas que enviaba su mujer a su madre, donde hablaba de que no había niños pero que seguía amando a su marido. El hombre enfadado pegó a su mujer y saltó la gata negra a defenderla, por lo que el pobre animal pagó la ira y furia del hombre que, con una navaja, le sacó un ojo a la gata. Después de aquello, por arrepentido que estuviera por lo que le hizo, siguió sumergiéndose más y más en el alcohol. Tanto se le fue la cabeza que al volver borracho a casa se encontró a su mujer hablando con la gata, recordando los buenos tiempos cuando su marido era bueno. Airado y celoso, arrastró al gato hasta el patio y ahorcó al animal en un árbol cercano, bajo los lloros de su mujer. Esa misma noche la casa se incendió y el hombre vio como las enormes llamas que devoraban la casa formaban la silueta de un enorme gato. Después de aquello, perdieron todo y empezaron a vivir en la miseria, viviendo de lo que la mujer cosía y el hombre acabó volviéndose un alcohólico real, porque malgastaba su tiempo en el bar. Una noche volvió a casa junto con una gata negra que era tuerta de un ojo. Idéntica a la gata que antes tenían, pensaron, y se la quedaron. Eso hizo cambiar al hombre, que dejó de beber y se dedicó a trabajar, cuidaba de la gata como es debido hasta que se fijó que en el pecho le había aparecido una mancha blanca similar a una horca, su mujer no veía esa forma y el hombre volvió a caer en depresión y en el alcohol. Tan perdido se encontraba que creyó que su mujer lo estaba engañando. Arrastró a su esposa hasta el sótano de la mugrienta casa. La gata intentó defender a la mujer, y el hombre al intentar golpear al animal, acabó matando a su mujer. Con una tranquilidad que ni él creía emparedó a su mujer en el sótano.  Y como si no hubiera pasado nada, la gata también desapareció. En unos días, pero, no tardaron en aparecer unos policías que habían recibido un reporte alertándolos de unos extraños gritos que venían de la casa. El hombre no tuvo problema de que revisaran la casa. Pero cuando llegaron al sótano, se empezaron a escuchar los llantos de un bebé que provenían del otro lado de la pared. Al tirarla abajo encontraron el cadáver de la mujer y junto a ella al gato negro que chillaba y chilló hasta el final de la ejecución del hombre.- acabó de leer y cerró suavemente el libro.
- Vaya. Esta es la primera vez que te he oído hablar tanto rato. ¿Qué le estabas leyendo?
Crow miró el libro,  a la chica y giró la portada hacía el hombre.
- Así que “El gato negro” de Edgar Allan Poe- comentó Geef- Algo siniestro para contárselo a la Reina. Es algo que leerías tú, pero a ella la veo algo más colorida.
- No, ella dice que le gustan las historias donde el malo es ajusticiado. Pero no hay héroes ni buenos.- respondió Crow mientras se levantaba.- Le gusta que le lean.
La chica alzó la vista y siguió el paso del chico hasta que llegó a tocar el cristal del tubo que la contenía. 
- ¿A sí? ¿Y que más dice?- se acercó también él.
- Que ella hará el papel del gato cuando llegue el momento. Pero que aún no quiere salir del cristal.
- Ya veo. Y tú, Crow ¿Qué papel interpretas en esa obra?
Crow alzó la vista, la chica señalaba el libro pero Crow no respondió.
- Bueno, como sea. Hay una nueva misión para ti. Tal vez en ella puedas encontrar un nuevo libro que leerle. 
Crow asintió y la chica cerró sus ojos.

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