Los asesinos de Noir

Reuniones con Geef

El señor Geef suele levantarse a las seis de la mañana y hace unos ejercicios matutinos. Sobre las siete revisa papeles, contabilidades y demás trámites. A las ocho toma su desayuno, normalmente consta de un café tibio sin leche y unas tostadas recién hechas. A las ocho y media sube a su despacho en la sede central. Finalmente, a las nueve empieza a recibir a los visitantes con cita previa y demás quehaceres. Sobre las once de la noche empieza el trabajo  extra fuera de la empresa. Es un hombre que le gusta seguir una rutina estipulada, pero la semana pasada se tomó unas pequeñas vacaciones y ahora tiene mucho trabajo acumulado.
- Señor Geef, las visitas le esperan. Debido a su ausencia durante unos días, las citas se han acumulado.- le explicaba mientras le seguía hacia el despacho.
- Ya, me lo imagino.
- Le he colocado los papeles sobre la mesa con las demandas y asuntos de los visitantes con cita.- seguí explicando mientras Geef se acomodaba en su sillón frente a su pulida mesa.
- Muy bien. Buen trabajo- comenzó a revisar los papeles.- La mayoría son asuntos de fuera de la empresa. 
- Así me temo, por ello hemos venido a una de nuestras sucursales más pequeña y alejada de los focos principales.- asentí sirviéndole el café.
- Lo que sea, apúrate y haz que entre el primero.
- De inmediato.
Salí rápido hacia la puerta y fui a llamar al primer citado en la lista. Si el señor Geef no se tomara todos los años esas pequeñas vacaciones siempre en las mismas fechas, en unos días de máximo trabajo, no estaríamos todos tan estresados cuando vuelve de ellas. 
- Señor Geef, hago entrar al señor Garou- comenté mientras le hacía entrar.
- Cuanto tiempo Garou, nunca pensé que te vería tan bien- sonreía mientras indicaba que se acercara y sentara frente a él.
- Ya sabe a por lo que vengo. He cumplido con mi misión ahora quiero información sobre Susan.- golpeó la mesa y el café tembló.
- Veamos, veamos- cogió los papeles que tenían información sobre la misión.- No está mal para ser la primera. Algún error por aquí… Por lo general aceptable, pero era una misión muy sencilla.
- Me da igual, me dijo que me daría información a cambio de misiones cumplidas. Y ahí le he traído una.- señaló los papeles.
- De acuerdo. Esto es todo lo que te daré. Ya sabes si quieres más habrás de trabajar más- respondió tendiéndole un sobre blanco.
Garou lo cogió aun manteniendo su pose dura. Geef le impidió que lo abriera aquí, por lo que tuve que acompañarlo a la puerta para echarlo fuera.
- Como se nota que los científicos saben trabajar como toca.- sonaba satisfecho el Señor Geef.- Siempre me pregunto que pasara cuando se entere de verdad, de lo que pasó con su hermana Susan.
- ¿No cree que está siendo muy duro con él?
- Que va, lo que ha sufrido Ray para volverse Garou no tienen ni punto de comparación con la infancia que sufrió la tal Susan a sus espaldas.- Me respondió girando los papeles- Vamos, a qué esperas, haz entrar a los siguientes.
Salí a buscar a los gemelos que esperaban.
- Señor Geef, están entrando el Señor Nathan y el Señor Gabriel.- anuncié mientras les hacía pasar.
- Pero mira a quien tenemos aquí. Señor Gabriel, ¡Cuánto tiempo!- se levantó y se acercó a los gemelos.
- Ya lo creo. 
- Y yo pensando que estaría muerto- su sonrisa se volvió siniestra y le apretaba el hombro donde sabía que había sido herido- Por lo visto alguien no sabe hacer bien su trabajo, ¿me equivoco?- sonreía pero claramente se veía su mala aura y aunque miraba hacia el Señor Nathan, seguía apretando el hombro del Señor Gabriel.
- He traído los documentos que pedía- enseñó el señor Nathan los papeles.- Y quiero pedir que readmita a mi hermano en los laboratorios o como mínimo me permita coger bajo mi cuidado a él y sus asuntos.
- ¿Qué me estas contando, Nathan?- soltó al gemelo y cogió los papeles.- Te recuerdo que huyó llevándose información confidencial y que por ninguno de los casos debía de salir del laboratorio. Sabes lo difícil que sería si se filtraran y…-se sentó.
- No pido que le perdone. Mírelo así, quiero que mi hermano gemelo me sirva de cuartada cuando trabaje. Somos idénticos, me permitiría estar en dos lugares al mismo tiempo.- insistió.
- Te recuerdo que tú tienes las habilidades de las que tu gemelo carece. Por ello tú trabajas de una cosa y le dimos otro puesto a él.- alzó el bastón y lo golpeó contra el suelo.
- Yo me encargaré de los problemas que pueda causar. Déjeme que me encargue de él. Mantenerlo vivo para mi beneficio propio y al estar conmigo siempre le tiene a mano- miró a su hermano, intercambiaron una mirada de complicidad- Y también sabe que él ha sido el único en su campo en lograr alcanzar las expectativas que tenía sobre el clonaje. 
- ¿Te refieres al experimento que desapareció cuando tu “querido” gemelo huyó?
- Y si le dijera que el resultado superó las expectativas- habló esta vez el señor Gabriel.- Usted propuso la idea de crear un clon idéntico a los “Noir” que mejor trabajan y con las mejores habilidades, por lo que mi campo consistió en hacer una réplica exacta a Nathan. En las primeras fases iba bien, pero las cosas empezaron a volverse inestables y no tenía nada genético de Nathan, así que saltándome todo protocolo introduje algo de mí durante la clonación. El zigoto se volvió estable y continuó su proceso de desarrollo normal. 
- ¿Quiere decir que tienen a un humano clonado?- se alzó sorprendido.
- Sí y no. Somos gemelos por lo que genéticamente somos iguales, es un clon de unos gemelos. Aunque todavía no ha desarrollado ninguna de las habilidades que teníamos ni Nathan ni yo a su edad.
- Quiero verlo…- el Señor Geef se aferraba a los papeles que contenían la investigación de la clonación.
- No.- respondió de inmediato el señor Nathan.
- ¡¿Cómo!?- sonaba enfadado.
- Solo si me da un aval de que no se transformará en un conejillo de indias, sino que nos dejará a nosotros dos atenderle como toca. Sin meterle en un laboratorio.
- Te atreves a regatearme.- Con paso apurado se acercó a Nathan y lo golpeó con el bastón.
Nathan apretó los dientes mientras soportaba le golpe y se mantenía de pie.
- ¿Hay trato o no? Si no, no lo verá nunca y solo Gabriel sabe cómo era el protocolo del experimento y no creo que colabore.
- Antes muerto- añadió el Señor Gabriel colocándose al lado de su gemelo.- No tengo miedo a que envíes a alguien a matarme.
Ante aquellas dos serias caras idénticas, el Señor Geef empezó a reír a carcajada libre. Todos nos quedamos con cara de sorprendidos. Entonces escribió algo en un papel y se lo pasó.
- De acuerdo, esto es lo que quieres ¿no?
- Perfecto- comentó Nathan acabando de leer el papel.
- Pero aun así tengo un ojo sobre vosotros, si Gabriel da un paso en falso me va a dar igual él o ese clon del que habláis.
- Lo sabemos. Estamos agradecidos por esto- respondió Nathan.
- Una cosa antes de marcharos. ¿Cómo habéis llamado al chico?
- Brath
- Madre mía- se rio el señor Geef- Ha sido Gabriel quien lo ha llamado así ¿verdad? Un nombre que contenga el de Gabriel y el de Nathan. Cuanta imaginación… Tenéis una semana para citaros conmigo y presentármelo.- sentenció.
Salieron ambos fuera y cerré la puerta. Aun pude escuchar como los dos comentaban las condiciones que había en el papel.
- ¿Cree usted que ha estado bien dejarles marchar? El señor Gabriel tiene mucha información que sería delicada de tratar si se difunde por los medios de comunicación.
- Lo sé, de igual forma Nathan es un informador que adora su trabajo y Gabriel no sabe dejar de experimentar, ninguno de los dos dirá nada. Ellos también saldrían perjudicados. Y que tengan algo que quieran proteger no es malo, me proporciona un punto débil sobre el cual chantajearlos y obligarlos cuando se nieguen.
- Pero ¿realmente cree que van a educarlo para servir a Noir?
- Lo quieran o no, si por su sangre corre la misma que la de ellos dos, aunque sea una pizca, él mismo se meterá en la oscuridad del ser humano. Lo entrenen o no, acabará viniendo a mí para poder liberar su verdadero ser. – se acomodó en el asiento de nuevo, más relajado que antes, observó los papeles de nuevo- Venga, a qué esperas. El siguiente.
Fui a por el siguiente.
- Entra el Señorito Caín.
- Caín, contigo quería hablar. ¿Por qué te estas saltando las clases? Si no estás trabajando ni haciendo tareas extras deberías asistir a las clases.
El señorito Caín avanzó hasta sentarse frente al Señor Geef.
- Sabes que no puedes ir por libre por la vida. Sé que tienes poco tiempo libre y que prefieres estar con “tus amigas” pero te recuerdo que tienes que asistir a las clases como la gente de tu edad. ¿No es lo que querías? ¿Hacer vida normal, como un ser humano?- cruzó los brazos y se apoyó sobre la mesa.- Te dejé tener a esa nueva mascota por la cual tendrías que sufrir las consecuencias, y aun así aceptaste. Ahora atiende a esas consecuencias. 
El joven solo asintió.
- De ahora para adelante, asistirás a tu trabajo como corresponde y no te saltaras las clases. Coordínalo como quieras, tengo una misión para ti. Aquí la tienes- extrajo del cajón una carpeta marrón cerrada por un clip.- lo lees tranquilamente en casa, eliminas los documentos y te pones lo más pronto posible a hacer la tarea. ¿De acuerdo?
- Sí- dijo.
- Bien, dejando eso de lado. ¿Qué tal estas?
- Bien.
- ¿Y ellas?
- Bien.
Las conversaciones con el señorito Caín siempre solían ser así. No era muchacho de muchas palabras. Siempre parecían conversaciones de interrogatorio donde el interrogado no suelta prenda de nada. Tras un rato de charla sin fructíferos resultados, se marchó el chico.
- ¿Le sirvo otro café?- miré la taza mediada.
- Desde que he llegado aún no he tenido tiempo ni de darle un buen trago a tu café- comentó mientras alzaba la taza.
- Me parece increíble que el Señorito Caín siempre le hable así con lo amable que es usted con él.- comenté 
El Señor Geef vació el contenido de la taza sobre el suelo y mis zapatos.
- Scorpio, no sabes cuándo tener la boca cerrada ¿verdad?- noté como su mirada perforaba mi espalda- Rápido limpia ese desastre y sírveme otra taza. Que aún queda mucho por hacer. 
- De inmediato.

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