El roce del metal sobre mi piel me estremecía. Las cadenas
aprisionaban mis muñecas con fuerza, aguantando todo el peso de mi cuerpo.
Desesperado, hice un último intento de alcanzar el suelo con la punta de los
pies, pero no hubo suerte, esos esfuerzos, hicieron que las cadenas se
comprimieran más alrededor de mío.
*Una semana antes*
- Mama, ¿sabes dónde he dejado las llaves? – dije mientras
me acababa de calzar
- Donde siempre, en la cesta de la entrada.
Recogí mi mochila del suelo, salí de la habitación rumbo a
la puerta para salir, sin antes claro rebuscar en aquella cesta en busca de las
llaves. Con un “Hasta luego” y un portazo (porque la puerta solía atrancarse si
no se cerraba con fuerza) emprendí camino hacia el coche. Solo hacía dos
semanas desde que me saque el carnet, pero desde entonces le cogí mucho gusto a
conducir. No era el coche más fabuloso, pero tenía cuatro ruedas y un
motor, no se le podía pedir más.
Encontré un sitio para aparcar, y me apresure a entrar en
clase. Por poco me dejan fuera por tercera vez esa semana. Teníamos clase de
biología, una de mis asignaturas favoritas.
No éramos muchos en clases, la mayoría solo venia para hacer
los exámenes y poco más. Así que solíamos ser unos cinco, tres chicos y dos
chicas. Los profesores no se quejaban de nosotros y decían siempre que éramos
buenos alumnos, tanto en comportamiento como en notas.
Cuando faltaba alguno de nosotros se notaba mucho. Y no es
porque fuéramos ya pocos, sino porque nos llevábamos todos muy bien.
Deje mi mochila encima de la mesa y saque el libro y mi
cuaderno de apuntes. A continuación, como la rutina te lo impone, me puse la
bata del laboratorio.
-Por poco que te quedas otro día fuera, y mira que te llame
temprano para que te levantaras a tiempo, seguro diste media vuelta y a dormir
otro tanto ¿verdad?
Este, que ya de buena mañana me echa la bronca, es mi mejor
amigo, Dan. Un chico no muy alto, con gafas para poder leer. Desde que le
conozco le he insistido que se las cambiara, que le quedan muy mal, pero él
dice que se parecen a las de John Lennon.
-Venga ya, te vas a poner pesado ahora con eso.
-Bueno, más vale tarde que nunca jaja- dijo mi compañera
Crisi
Crisi era la típica chica que si la ves por la calle y no la
conoces pensarías que es una tonta del bote. Pero detrás de esas apariencias,
esta una chica capaz de meter en un apuro a un profesor a través de un dialogo
muy racional y argumentativo.
-Bueno, empezamos la clase- dijo la profesora mientras
cerraba la puerta.
Las clases pasaron rápido. Y me fui al comedor con Dan,
porque en una hora teníamos que ir a unas prácticas extras y no estaba yo para
ir a casa comer y volver.
La cola era larga, pero valía la pena. Lo pepitos que hacia
el comedor eran exquisitos, con su pechuga a la plancha, su ensalada, tomate,
mayonesa…
Dan siempre se sentaba en la misma mesa, aunque yo no solía
comer muy a menudo aquí, siempre me guardaba un sitio por si aparecía de golpe
muerto de hambre.
-Tú, he visto gente muy rara mirando tu coche. Digo yo que
no llevaras nada raro dentro.
Me gire, era Raimon. Es el otro chico de mi clase. Era alto
y robusto, aparte de venir a estudiar, pasaba su tiempo libre en el equipo de
básquet.
-No fastidies, espero que no me lo rayen.
-Seguro que les has molestado y vienen a vengarse jaja- dijo
mientras arrastraba una silla para sentarse en muestra mesa.
-Rai, te vas a comer todo eso- dijo Dan señalando la bandeja
donde había tres bocadillos, una ensalada y un postre.
-Sabes, este cuerpo serrano no se mantiene solo.
-Jajaja solo no, pero madre mía, la bandeja debe pesar casi
tanto como Dan jeje
Después de mi comentario tonto vinieron otros puñados
acompañados de bromas y mordiscos a los bocadillos y atacando a la ensalada de
pasta de Dan.
Toco el timbre y salimos fuera del edificio, le dije a Dan
si me acompañaba a ver como estaba el coche, los comentarios de Rai me pusieron
nervioso. Por suerte al llegar no había nadie y mi coche estaba intacto.
Las prácticas eran de observación, nos teníamos que pasar un
buen puñado de horas mirando por unos prismáticos a los pájaros de la reserva.
Algunos hacían fotos, otros cogían apuntes o intentaban dibujarlos sin mucho
éxito. Yo solo observaba, no parecía llevarme muy bien con los animales, aunque
me gustaban sus pelajes, plumajes y sus variados colores.
- Señorito Christopher, ¿se va usted a poner a hacer algo?
- Enseguida señorita Rutt – dije mientras me levantaba y
recogía mi cuaderno, para hacer varios bocetos de algunos pájaros que había
memorizado tras verlos durante tantas horas.
La verdad es que más que pájaros, lo que hace gracia
observar es a la señora Rutt, es la profesora de lengua que, al no haber más
profesores disponibles ha tenido que venir con nosotros. Es la típica profesora de anticuario, con
gafas de bibliotecaria, suele ir con una falda de tubo y unos tacones de aguja,
pero como hoy íbamos al campo, llevaba un pantalón vaquero acompañado de unas
deportivas. Pero aun así era un espectáculo verla caminar, como si le diera
asco todo.
A esta práctica extra se habían sumado los de clase de
dibujo y pintura, que se dedicaba a estar las horas de observación, dibujando
árboles, plantas, flores, así como algunos animales.
Y en fin, a las ocho de la noche ya estaba de nuevo en casa.
-¡Ya he vuelto!-dije mientras cerraba de un portazo- tendría
que mirar de arreglarla… Se nos caerá a trozos algún día.
-¡Oh! Por fin has llegado, menos mal. Estaba preocupada,
unos hombres muy extraños llevan un rato dando vueltas por nuestra calle.
-Pues yo no he visto nada…
Esto ya empezaba a pasar de castaño a oscuro. Primero los ve
Rai y luego mi madre, esas personas deben de estar buscando algo,esto no me
olía bien.
Pasaron dos días sin más
incidentes que un despertador roto por
tocarme las narices de buena mañana y el hecho de llegar tarde, dejándome fuera
de clase, otra vez.
--->Capitulo 2
No hay comentarios:
Publicar un comentario