CAPÍTULO 7
Pasaron un día más atravesando el valle de Nero. Y esa misma
tarde, empezó a divisarse la ciudad. Aún quedaba un poco lejos, pero podía
notarse el gran número de casas. Todo alrededor de las casas era llano y de
tonalidades verdes y amarillas.
-Vaya, esa es la ciudad de Emiliar- dijo Livius emocionado-
Los del circo no solíamos parar en grandes ciudades, y si lo hacían, no me
dejaban salir.
-¿Veis todos esos prados llanos? La ciudad de Emiliar es una
ciudad capaz de auto proveerse. Aunque por eso también es un gran centro de
comercio. Los ciudadanos pueden tener una casa y un trozo de tierra, para
cultivar.
-¡Oh! Hay muchas flores- dijo Chisa inclinándose en la silla
para mirar el camino, Zess tuvo que parar para que bajara, pues no paraba de
moverse empeñada en recoger algunas.
El camino hasta la ciudad fue más tranquilo y calmado que la
travesía por el valle de Nero. Chisa iba caminando por el borde del camino de
tierra recogiendo las flores que más le llamaban la atención, mientras Livius
la vigilaba y también recogía algunas hierbas para dárselas al caballo. Según
se iban acercando a la ciudad, se iban cruzando con otros viajantes y con los
comerciantes, quienes algunos cargaban sus mercancías mientras que otros venían
en carro. Zess llevaba las riendas del animal y saludaba a las personas con
quien se cruzaba.
-¿Qué tal si nos hospedamos en alguna posada? Seguro que
queréis descansar en algo que no sea el suelo- dijo Zess cuando los dos
muchachos se acercaron.
-¡¡Sí!! Y comer algo rico- dijo Chisa mientras le ofrecía
las flores a Zess.
-No me parece mala idea, pero ¿estás seguro?
-Me sentara bien poder dormir una noche “normal”- bromeo el
hombre.
Chisa insistía en llevar las riendas del caballo, Zess la
dejo, pero Livius no estaba muy convencido, aquel animal era bien grande. Chisa
era similar, en altura, a una de aquellas robustas patas. Pero pensándolo bien,
era normal, era un caballo de tiro, suelen ser bastante grandes y a parte
también había cargado todo el viaje con los tres sobre su lomo. No parecía
estar nada cansado.
-Me he fijado que este caballo no está nada cansado, y eso
que le hemos hecho dar una buena travesía.
-Te has fijado eh, para que veas lo que hacen con los
caballos al ser criados para arar la tierra. Son resistentes y eso buscaba,
algo que aguantara el peso de los tres. No era el más rápido, pero si el más
resistente.- dijo mientras alzaba la vista- Y ya hemos llegado.
Un enorme arco de madera rodeado por plantas enredaderas,
daba la bienvenida a todos los viajeros que entraban en la ciudad. Largas calle
de piedra se entraban en las entrañas de la ciudad. Aunque en la ciudad no
había ninguna muralla, todas las casas parecían fortificadas. Sus ventanas eran
pequeñas y las puertas tenían una anchura considerable. Los comerciantes
ocupaban parte del camino, sin llegar a obstruir las entradas de los hogares.
Según iban adentrándose en la ciudad, las casas empezaban a presentar adornos y
plantas. El dentro de la ciudad era una enorme plaza, con una lujosa escultura
en el centro. Era una especie de ave que perseguía al mismo tiempo que era
perseguida por un dragón. Estaba alzada unos metros del suelo, pero aun así
había algún niño que escalaba para subirse al dragón.
El verdadero bullicio estaba en esa enorme plaza. Iban y
venían gente de toda clase, los niños correteaban, los comerciantes gritaban
sus productos…
-¡Cuánta gente!- dijo Chisa agarrando la ropa de su hermano.
Zess parecía conocer el lugar, pues se adentraba por las
calles sin dudar de su orientación. Se pararon en una casa algo alta que
contaba con un pequeño establo cerca de la entrada y al otro lado había una
taberna.
-Voy a mirar si quedan habitaciones, ¿Podéis llevar al
caballo al establo?- pregunto Zess mientras pasaba las riendas a Livius.- Que
no se me olvide- dijo volviéndose hacia los hermanos- Si os preguntan, yo soy
vuestro padre y vosotros mis hijos. Hay que ir con ojo. Y también id con
cuidado a quien le decís vuestro nombre. Tal vez nos encuentre por eso.
Livius y Chisa estuvieron de acuerdo, y se llevaron al caballo
al establo, mientras Zess entraba en la posada. Al reunirse, un hombre les
mostró su habitación. Era un cuarto en el segundo piso con dos camas y un
escritorio pegado en la pared que separaba ambas.
-La cama no es cosa del otro mundo, pero es mejor que el
suelo- dijo Livius tumbándose encima.
- La mujer de aquel hombre me ha dicho que ha llegado un
famoso cuentacuentos. Tal vez os gustaría ir a escuchar algunas historias.-
dijo Zess aun apoyado en el marco de la puerta.- Cuando os canséis de pasear
podéis volver aquí.
-¡¡Bien!! Un cuentacuentos, ¡Vayamos!- se animaba Chisa empujando ya a su hermano
fuera.
-¿Y tú que vas a hacer Zess?- dijo el muchacho justo antes
de que Chisa empezara a estirarle para bajar las escaleras.
-Yo también voy a dar una vuelta, volveré antes del
anochecer.- dijo despidiéndose con la mano.
El cuentacuentos estaba en frente de la estatua de la plaza.
Se había sentado en un bloque de paja. El hombre era de avanzada edad y
agarraba un pesado bastón. Iba vestido con una capa negra, que hacia destacar
su barba blanca. Ya estaba rodeado de niños y algunos adultos curiosos por oír
sus historias. Chisa y Livius intentaron sentarse lo más cerca posible, para
escúchale mejor.
-Veamos, veamos- decía mientras se mecía la corta barba-
¿Qué historia o leyenda os gustaría escuchar?
Los niños con júbilo empezaron a decir títulos y personajes. Como hablaba muy alto y al mismo tiempo, no
se les podía entender nada. Entonces entre todas las voces se alzó una a grito
de: “Que hable sobre dragones” entonces todas empezaron a coro “dragones,
dragones”
- ¿Así que os gustan las historias de dragones?
-Claro, nuestra ciudad, fue forjada bajo la mirada del
dragón- dijo un niño, muy robusto y moreno, señalando la estatua.- Somos de
Emiliar- y otros niños siguieron a coro “Emiliar, Emiliar”
- Ojojo así que es por eso- dijo el anciano girándose para
mirarla. – Pero tenéis que saber que al otro lado del reino en la ciudad de Malouf,
tiene una estatua como esta, con el detalle de que ese pequeño pájaro es más
grande que el dragón, y el dragón se ve como una lagartija.- dijo para picar a
los niños un poco y lo consiguió.
-Que dices, el dragón del tamaño de una lagartija, vaya
insolencia…- se quejaba uno y las quejas continuaban. Que si los dragones eran
mejores, que si Emiliar era una ciudad más rica y mejor…
Entonces salto una curiosa pregunta, un pequeño niño de los
que estaba más cerca dijo:
-¿Y que es ese pájaro?
Todos dirigieron la mirada hacia él. Los otros niños
señalaron la estatua y dijeron lo mismo.
-Al fin, ya tardabais en preguntar jeje- dijo el anciano
satisfecho.
El cuentacuentos mando guardar silencio, pues empezaría a
explicar.
-Lo que veis ahí, jóvenes, es la imagen de un Roc. Y antes
de que me preguntéis que es, os responderé. Es un ave de colosal tamaño, se
dicen que pueden ser más grandes que un navío, un barco grande.- dijo extendiendo
sus temblorosas manos. Todos soltaron un signo de asombro.
Un chico lo resumió soltando a todo pulmón: “Un águila un
poco más grande de lo normal, que exagerado… Como va a ser tan grande como un
navío.” Algunos asintieron, otros nos sabían que decir. El anciano siguió.
- Os contare porque tenemos esta escultura tan peculiar…-
empezó a coger aire- En un tiempo ya lejano, habitaban en estas tierras, tanto
dragones como rocs. Ambos serán seres muy poderosos y los dos dominaban los
cielos. Pero ambas razas siempre estaban en conflicto, por naturaleza, no
parecían llevarse bien. Pero como son seres muy inteligentes, decidieron zanjar
todo con una sola batalla y no tener que matarse entre ellos. Así accedieron
ambos bandos, cada uno pondría al combate uno de sus mejores camaradas. –Hubo
un silenció mientras el hombre movía el bastón- Magarab, el dragón más poderoso,
fue el seleccionado por el bando de los dragones. Era un dragón astuto y muy
peligroso. Sus escamas eran rojas centelleantes como el fuego, y todos los
habitantes de estas tierras los respetaban. Por el lado de los rocs, se
presentó a Garuda, toda un ave destructora, y la más grande registrada de su
especie. Se podría construir una ciudad encima de UNA de sus plumas.
Los niños le decían exagerado, pero en ver que continuaba la
historia, callaban.
-Magarab y Garuda lucharon una cruenta y destructiva
batalla, que no trajo más que desolación y muertes a los que habitaban en
tierra. La batalla empezó un día y se terminó el mes siguiente. Después de
destruir casi todo el reino, Magarab cayó muerto justo aquí- dijo el anciano
clavando en bastón en el suelo- y Garuda en las tierras de Malouf, ambas
ciudades tomaron eso como un presagio de paz y prosperidad, y decidieron
levantar una ciudad en la zona donde se encontraban dichos seres, poco después
del costosos enterramiento, colocaron esas estatuas como recordatorio de la
lucha entre ambas bestias. Por otra parte, el conflicto entre los dragones y
los rocs llego a un acuerdo. Los dragones se quedaron en estas tierras y los
rocs se fueron a vivir más al sur, donde Garuda fue enterrado.
Los niños parecían no haber oído esa historia, pues los
adultos les contaban otra historia, donde glorificaban a los dragones y a la
ciudad.
-Ahora ya tanto da si están o no los rocs aquí, después de
todo ya no existen y tampoco creo que existieran- decía un niño cruzando los
brazos- mi padre siempre ha dicho que los dragones son los más poderosos.
Los otros niños asintieron y empezaron a replicar por la
historia. El cuentacuentos no les presto la mínima atención, y se limitaba a tamborilear
encima de la empuñadura del bastón.
-¡¡Que cuente otra!!- dijo Chisa ya cansada de escuchar
protestas por parte de los niños y jóvenes que habían escuchado la historia.
-Venga, venga, que solo os están contando historias, parecéis
adultos protestando en una taberna jaja- dijo un hombre adulto que también
estaba parado escuchando las historias del anciano.
-Muchas gracias pequeña, ya pensé que no callarían…- dijo el
anciano posando la mirada en Chisa.- Y dime pequeña ¿qué te gustaría que
contara ahora?
-Ya no quiero más discusiones por los dragones o por los
rocs…
-Tienes razón, no habría que discutir por estas cosas…
parece que no eres de por aquí. Así que te parece si te cuento una de las
aventuras del famoso guerrero Rouen.
El anciano se meso la barba y Chisa expectante asentía con
la cabeza. A los demás niños les parecía bien, aunque esa historia, la mayoría,
ya la conocían.
- Como todos ya sabréis antes de nuestro actual rey, que
llego al trono de manera poco honrada, había otro. El anterior era gentil y muy
querido por su pueblo, nunca hubo problemas.- dijo en voz baja, pues si un
guardia oía que hablabas del anterior rey te arrestaban en el momento. Entonces
alzó de nuevo la voz y continuo- Bueno, pues Rouen le servía. Era el guerrero más
fuerte y poderoso de todos sus soldados. Conocido por su gran dominio de la
espada y la estrategia, pero también destacaba entre los magos, algo que hizo
ganarse muchos enemigos… Una de sus aventuras fue en el mar de Tría, el mar que
separa nuestro reino, Mistikia, con el reino vecino, Basilik. En ese tiempo existía
un enorme leviatán, una especie de serpientes gigantes acuáticas aunque su
tamaño y forma varían, que atacaba a todas las embarcaciones que navegaban
entre ambos reinos. Rouen lucho contra aquel enorme ser y con su fuerza y
astucia, lo consiguió matar- dijo pero recapacito un momento y añadió- O eso
dicen, otros dicen que Rouen consiguió volverse una Cadenza y transformar a ese
leviatán en su Navy, toda una proeza.- El anciano parecía tener ya la garganta
seca de tanto hablar, así que abrió un pequeño saco y espero su propina por
contar las historias.
Muchos niños se marcharon, pero otros dejaron unas cuantas
monedas al cuentacuentos, Chisa y Livius le dieron alguna de sus Írias. Cuando
el anciano acabo de recaudar, lo cerro y se marchó a paso muy tranquilo.
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