Nieve en el bosque

Capitulo 1

Hacia frío, y la nieve tapaba las últimas huellas que había del camino. Entre los arboles blancos, cálidas luces bailaban, parecían perderse en viento. Hacia frío y yo no las podía alcanzar. Solo deseaba llegar de nuevo hacia esa luz cálida y reconfortante. Y lo intentaba una y otra vez, quería avanzar y no podía, algo me impedía moverme. No quería perder de vista esas luces, pero mis ojos se movieron instintivamente al escuchar un ruido a mi lado. Lo último que vi fue una fugaz sombra entre destellos blancos. Todo estaba oscuro ahora.




Me reincorporé de un susto en mi cama. Mi aliento se condensaba en el aire volviéndose blanco, y estaba sudando bastante.  Mi mano paso instintivamente por mi frente, haciendo que se cayera una toalla húmeda. Me frote los brazos con las manos, empezaba a tener frío. Entonces la puerta se abrió y entro mi madre cargando una bandeja.

-Que haces levantada,¡¡ túmbate ahora mismo!!- dijo mientras dejaba la bandeja encima del escritorio y me tumbaba de nuevo en la cama. –Te das cuenta de la fiebre que tienes.

Yo no pude responder, solo me deje tratar por mi madre, quien me coloco una nueva toalla húmeda y me tapaba bien. En la  bandeja asomaban unas sopas de leche humeantes y un zumo de frambuesas. Me lo tuve que comer todo.

-Haber si mejoras pronto, porque ya quiero echarte la bronca… Creí que te perdíamos para siempre- dijo agarrando mi mano con fuerza entre las suyas.

Note varias gotas frías sobre la mano y suaves sollozos, con tonos más alegres que de pena. No estaba muy segura de lo que hice, mi mente estaba muy densa y no lograba recordar nada.

-Una y otra y otra vez se te pido que te sacaras esas ideas locas de la cabeza. Ya desde pequeños se les cuenta a todos los niños que no se pueden adentrar en el bosque de las sombras. Los que entraron nunca más volvieron y tú quisiste ir …- sus llantos aumentaron- Me alegro tanto de que te encontraran antes de que fuese demasiado tarde…

Padre entro al escuchar los llantos. Le indico que saliera de la habitación y que me dejara descansar, que hasta que no mejorara no me atormentara, que tendría que estar alegre de que este sana y salva. Cerraron la puerta y la oscuridad volvió a invadir la habitación. Quise llamarles para que me dejaran al menos la luz encendida, algo de esa oscuridad me aterrorizaba, pero ni un leve sonido conseguí pronunciar. Con mi respiración irregular debido a la fiebre gire la cabeza ligeramente hacia la ventana, donde entraba unos diminutos síntomas de claridad. Estaban las contraventanas cerradas.




Estuve una semana en cama, pero ahora ya me sentía mejor, así que me levante de cama y rebusque en mi armario para encontrar la ropa más abrigada que tuviera. Un básico, un jersey largo encima de otro fino, unas mallas y encima un pantalón… Salí del cuarto, abrigada cual esquimal. Devore el desayuno preparado por mi hermano mayor y salí a dar una vuelta entre los refunfuños de negación de mi madre.

La nevada había parado la noche anterior, pero el cielo oscurecido solo propiciaba otra lluvia blanca. Avancé por la nieve con ligeros saltos, viendo como las marcas de mis botas quedaban en el delicado blanco. Las chimeneas de las casas soltaban humantes tonalidades de grises, que hacían de aquella imagen, una postal de recuerdos nostálgicos. Las casas eran de un tono marronoso, los tejados eran negros, pero siempre estaban llenos de nieve así que pocos se fijan. No tenían una distribución exacta, había un vecino aquí y otro un poco más allá. Me dirigí hacia lo que nosotros llamamos “La placita”. A esa hora debería haber algo de bullicio, pues había mercado. Nuestro pueblecito estaba algo asilado de los demás, y se tardaba uno o dos días a pie para llegar. A caballo se tardaba algo menos. Los mercaderes eran los únicos capaces de llegar hasta aquí, pero sabían que éramos compradores fieles y buenos a la hora de pagar.
La mayoría de los habitantes estaban aquí comprando los suministros, pues nadie podría garantizar la vuelta de los comerciantes, si una fuerte nevada aislaba el pueblo. Era algo que pasaba muy a menudo.

-¡¡Hana!!- dijo una voz abrazándose a mi espalda.  

-Iris, ¿qué tal?- dije volteándome.

- Eso tendría que preguntarlo yo, ¡¡sabes lo preocupados que tenías a todos!!- dijo haciendo pucheros- Realmente te metiste en el bosque de las sombras, solo a ti se te podría ocurrir semejante locura. Y bien- dijo mirando de lado a lado- ¿Cómo era?- sus ojos brillaban con ilusión.

-Se sabe mal decepcionarte pero… No recuerdo nada de ese día.- dije bajando la mirada.

-No te preocupes, lo importante es que estas sana y salva… Espera, ¿no te acuerdas de nada de nada?

-No… ¿Por? Paso algo importante.

-Bueno… Da igual, mejor así.- dijo separándose de mí.

Quede algo traspuesta, y cuando me di cuenta, estaba sola entre la gente. Me puse a caminar sin tener claro hacia dónde ir, y acabe frente al templo del pueblo. Pronto se iba a celebrar la fiesta patronal, y la gente estaba ocupada con los preparativos. Hay cajas, luces, adornos por todos lados, aun sin colocar, pero ya se percibía la alegría de esa fiesta. Aunque realmente, según mi abuela, antiguamente no era una fiesta, sino un ritual de sellamiento. Me empezó a doler la cabeza al intentar relacionar ese ritual y el bosque de las sombras. Entre algún tambaleo, intenté despejar la mente y me dirigí hacia casa. Mi madre me esperaba en la puerta preocupada y cuando me vio llegar dando tumbos rápidamente se ayudó a entrar en casa.



La taza de chocolate caliente y la chimenea me ayudaron a entrar en calor, tras quitarme algo de la abrigada ropa. Mi madre se sentó en la silla y apoyándose bien, con su té entre las manos, pude sentir como empezaba a meditar la bronca.

- Tu hermano se ha encontrado con Iris, y me comento que has perdido todo recuerdo del día que entraste en el bosque.

Asentí levemente con la cabeza mientras veía la madera chispear. Ella siguió.

- No te vas a librar de un trozo de bronca, sabes lo peligroso que es ese tramo del bosque. Dejando la leyenda, supersticiones, cuentos, fantasías y esas cosas… Ese tramo hay muchos agujeros en el suelo, hoyos, precipicios y terraplenes. Con la nevada que hubo ese día, todo estaría llano, pero pones un pie en mal sitio y caes por desgracia en un agujero profundo y no te hubieran encontrado…

Mi madre siempre ha sido muy dramática, pero supongo que en parte tenía razón, es algo peligroso caminar por esa parte del bosque. Si te perdías y por desgracia te enterrabas en algún lado, hasta que llegara el corto verano, la nieve cubre todo y no te pueden encontrar.

-Pero a lo que estábamos, no se a quien le debería agradecer que volvieras con vida de ese maldito bosque. Tantas vidas se ha llevado ya…

-Pues preguntar ¿quién me encontró?

-Fue tu padre, junto con tus dos amigos, Suluk y Alex. Estuvieron buscándote desde la mañana, No te vimos en todo el día, cuando fui a tu habitación y no estabas, nos alarmamos, buscamos y buscamos en el pueblo y tus amigos sugirieron la idea de hojear el bosque de las sombras. Eso nos recordó que estuviste mucho tiempo buscando mucha clase de información relacionada con el bosque. Así nos pusimos en tu busca, como dije ellos tres fueron quienes te encontraron, me comentaron que fue algo raro. Se pasaron muchas horas revisando todo lo posible, con el cuidado de no perderse ellos. Entonces algo les llamo la atención y allí te encontraron. – dijo mientras posaba su té, se acercaba al mueble que había en la salita y rebuscaba en un cajón. – Te encontraron gracias a esto, pero no te lo voy a devolver hasta que el sacerdote me asegure que no es peligroso. Por lo visto esto brillaba, pero suponen que fue por la luz…

Una especie de colgante asomaba de su mano, al abrirla este descendió suavemente y mis ojos se posaron en el balanceante movimiento de la gema gris. No me sonaba de nada. Pero un destello casi imperceptible de tonalidad verde, hizo reaccionar algo dentro de mí, haciendo que de nuevo volviera el dolor de cabeza.





Las mantas de mi cama eran suaves y calientes. Me había desmayado. Ahora me desperté en cama. Algo no anda bien, y que me pasen estas cosas solo hace aumentar mi curiosidad. Cuando sentí que mi cabeza estaba estable, me levante lentamente. Abrí la ventana para sentir el frio aire en la cara. Me llamaron para comer.

Mi hermano masticaba la comida con mucha lentitud, mientras observaba el diario que mi padre tenía entre manos. Pocas veces llegaban diarios del mismo día, así que era una novedad tener uno reciente. Mi madre parecía escavar en el plato en busca de un tesoro enterrado, perdida en sus pensamientos. Quería terminar rápido para poder ir a ver a mis amigos, pero la comida no quería bajar. Tarde bastante, pero por fin termine. De nuevo me marche, sin esperar la aprobación de mi madre.

La casa de Suluk no quedaba muy lejos de la mía. Aunque las casas se suelen parecer y los nuevos se pierden, cada casa tiene algún detalle que la personaliza. En este caso, tanto Suluk como su familia son muy buenos artesanos y escultores, en los alrededores de su casa hay figuras de toda clase y materiales. Él hizo una impresionante estatua de piedra de un oso, de pie cazando un salmón. Justo está al lado de la entrada y cuando llego, suelo chocar los cinco con su gran garra de piedra. Toque a la puerta y tardaron un rato en abrir. Riza, su hermana mayor, fue quien me recibió.

-¿Qué tal Hana? Nos has tenido a todos muy preocupados.- dijo mientras me hacía un gesto para invitarme a entrar.- Ahora mismo todos están en el taller, preparando los adornos y máscaras para el ritual del templo.

-Bien, gracias…Vaya, pues no quiero molestar…- dije sin entrar- espero que este año sea igual de impresionante que el año anterior.

-No sé, la verdad es que el año pasado fue Triana quien hizo el papel de sacrificio, Roger de lobo y Ray de sacerdote, la verdad es que es difícil superar a ese trío. Es una pena que este año no lleguen para la celebración…- dijo mientras se recolocaba los utensilios que colgaban de los bolsillos del mandil de trabajo.- ¿Y que le respondiste a Alex? Que ya me contaron que se te declaro. ¿Aún no le has visto desde el incidente del bosque?

-Que ¡¿qué?! – quede algo trastocada tras oír que uno de mis amigos se me declaro. No recuerdo nada de eso.

Antes de que tuviera tiempo a decir algo más Suluk apareció y le dijo a su hermana que nos dejara a solas. Me volvió a indicar si quería entrar, pero volví a negar con la cabeza. El chico traía el pelo atado con una coleta, pero se notaba que no se había peinado. Su delantal estaba manchado de marrón y negro. Los utensilios que asomaban de los bolsillos estaban llenos de polvo marrón.
El muchacho se rasco la cabeza y miro de lado alado, no pasaba nadie, lo normal, se acercó a mí.

-El día que desapareciste, ¿Qué fuiste a hacer con Poxle?

-¿Eh?- me dije ya harta- ¿Cuántas cosas me paso ese dichoso día…?

 Viendo el desconcierto de Suluk, decidí aclarar el asunto.

-No recuerdo nada del día en que me metí en el bosque. Pero nada de nada… Ni lo que quería Iris, ni lo de la declaración de Alex, ni que hacía con Poxle…

-¿Eso será por el mito del bosque? Aunque es la primera vez que oigo que borre la memoria…

-Entonces ¿me podrías ayudar y explicar detalladamente todo lo que haya sucedido conmigo ese día?

-Hum… Ese día estuve poco contigo- dijo apoyándose en el marco de la puerta. Él media dos palmos más que yo.- Por la mañana estuvimos nosotros cuatro juntos, fue entonces cuando yo distraje a Iris para dejaros un momento a solas y así Alex se pudo declarar. No sé qué le dijiste, al volver no estaba Alex. Y tú no comentaste nada. Luego ya no nos vimos… El resto del día lo pase en el taller, pero a la noche salí a tomar algo de fresco y me senté ahí donde ahora mismo estas tú. Entre las pocas luces de las casas a esa hora, pude verte a ti y a Poxle. Creo recordar que él te llevaba de la mano y tú parecías no andar bien. Fui hacia vosotros, pero os perdí de vista. Creo que no me visteis.

Mi cabeza daba vueltas al intentar recordar esas cosas.

-No tienes buen aspecto, tal vez deberías volver a casa. ¿Te acompaño?- me dijo mientras se ponía a mi altura inclinándose un poco.

-No gracias, me gustaría ver a Poxle o a Alex. Tal vez ellos sepan algo…- dije aún notando un punzante dolor de cabeza.

-Como quieras… Aunque Alex se ha encerrado en casa y lleva una semana actuando raro. Y en cuanto a Poxle… Esta desaparecido. Hay mucha gente en su busca, pero por ahora no se ha encontrado nada.

No podía creerme las palabras de Suluk, pero algo me decían que estaban en lo cierto. Aunque Iris no me dijo que su hermano haya desaparecido, ella parecía estar normal, bueno, nunca se llevaron muy bien.


Me dirigí a casa de Alex, por suerte por el camino, mi dolor de cabeza disminuyo. Su casa estaba algo alejada de la mía. En la otra punta del poblado, menos mal que es pequeño. Los relinchos de los caballos me anunciaban que las cuadras estaban cerca y por lo tanto su casa también. Ellos eran comerciantes. Él es hijo único y por lo tanto su familia le presiona mucho para que se haga comerciante y se dedique a viajar de pueblo en pueblo a vender mercancías. Alex no está muy convencido de la idea.
Estuve un buen rato llamando, pero nadie respondía. Mire en la cuadra y comprobé que faltaban dos caballos.

- Tal vez estaban en “La Placita”- me dije intentando calentar las manos con mi aliento.

Los caballos parecían alterados, así que pensé en salir de las cuadras, pero entonces me decante por acercarme a uno de los boxes. El animal estaba tumbado, pero vi que había una persona tumbada a su lado. Las puertas de los boxes solo se pueden abrir si tienes la llave, pero en este caso no la necesite, pues reconocí enseguida de quien se trataba.

-¿Alex, echando una siesta con Tormenta?-Dije con pasmosa naturalidad

El chico se giró apoyando la cabeza en el lomo del animal tumbado.

-Vaya, tiempo sin vernos. Me alegra que consiguiéramos encontrarte. ¿Qué tal estas?

Algo me parecía extraño, tanto él como yo hablábamos con mucha normalidad como si no se hubiera declarado.

-Venga Tormenta, creo que hemos descansado suficiente, va siendo hora de levantarse- dijo Alex levantándose y haciendo que la yegua también se levantara.-Buena chica.

Me aparte para que Alex pudiera salir y cerrar el box. Descolgó una chaqueta y se la colocó.

-Que bien se estaba allí tumbado…- parecía lamentarse.- Como desapareciste aquel día, no pude agradecerte aquellas palabras. Gracias.- me dijo.

Yo mantuve el silencio, pero no estaba para nada segura de que me estaba hablando. ¿Qué es lo que le dije que tanto parecía agradecerme?

-Siento tener que decirte esto Alex, pero… No recuerdo nada de lo que hice ese día… Riza y Suluk dicen que te me declaraste…- dije algo entrecortada por la vergüenza.

Alex pareció enmudecer, pero enseguida el silencio se rompió con sus carcajadas.

-Ya me parecía a mí que estaban muy raros los demás. Han malinterpretado la escena jaja – dijo mientras se dirigía a la salida de la cuadra.

Medite unos segundos esas palabras y llegue a la conclusión de que no hubo declaración alguna. Viva los malentendidos que casi hacen que me dé he un infarto del susto. Le pedí que me contara que paso.

-Pues no sabría decir lo que tú me dijiste con tanta profundidad… Pero bueno. Por la mañana estuvimos los cuatro en tu casa, después Suluk e Iris se ausentaron un rato. Creo que ahora entiendo porque jeje, vaya malentendido. Sabes que la situación con mis padres es algo delicada pues quieren que me dedique al comercio, pero eso me aleja del pueblo mucho tiempo. De esa clase de cosas te hable, preguntándote que clase de soluciones me darías. Así como algún tema de amorío, del tipo Romeo y Julieta jeje- dijo mientras pisaba la blanda nieve que recubría el camino hacia su casa.

Algo en mi mente empezó a activarse, pues poco a poco fui recordando ese momento y las preguntas que Alex me hizo a solas. Él se había enamorado de Riza, pero no se veía capaz de declararse. De golpe me vino uno de los diálogos que tuve a la boca y lo dije en voz alta:

- Uno está enamorado cuando se da cuenta de que otra persona es única.

Alex se giró sorprendido, también parecía recordar, pues respondió algo similar a lo que recordaba:

-Creo que solo tengo ojos para Riza, pero ella no creo que quiera a un comerciante como novio.

- Amar no es solamente querer, es sobre todo comprender. No dejes que tu propio pesimismo te envíe a la oscuridad, pues si aún no has dado el paso, no pienses lo siguiente.

- Creo que puedo reunir el valor y declárame. Pero temo que por la respuesta sufra…

-El amor es duro, áspero y violento, y pincha como el espino.

-Sí, cosas como esas fue las que me dijiste- dijo Alex, mientras alzaba la vista, había empezado a nevar.

- ¿Y que tal fue la cosas?- dije. Yo le comente todo eso a él, porque Riza ya daba indicios de sentirse atraída por Alex. Creo recordar que en ese momento me sentí como una celestina o cupido incluso. Todo lo que dije fue para darle un empujón al asunto. Pero entonces recordé que Riza me pregunto si se me había declarado Alex…

- Pues nada, no me atreví. A parte luego tú desapareciste. Pero he decidido que el día del festival, la voy a invitar y ahí si lo conseguiré.- dijo cerrando los puños con decisión.

-Riza siempre ha sido muy madura, tendrás que buscar un buen momento, pues ahora esta liada con los preparativos del festival.- dije mientras veía el vaho que se formaba en las ventanas de la cuadra.

Alex y yo estuvimos un rato más hablando de cosas sin relevancia, aunque le pregunte si sabía algo de Poxle, pero parecía saber tanto como Suluk. A la vuelta, la nevada parecía intensificarse, eso me hizo desviarme un poco de mi camino, y acabe cerca del bosque de las sombras. No me sorprendí, pues ya pase por aquí cuando fui a casa de Suluk, pase cerca, y el templo donde se celebra el festival está justo en la entrada el bosque. Pero en este caso algo era diferente, me sentía atraída a entrar, pero entonces apareció mi padre, sorprendido incluso de verme. Se acercó rápidamente y me dijo que me girara. Yo me vi forzada a hacerlo.

-¿Qué pasa?- dije desconcertada.

-Pues pasa que llegas en mal momento, justo ahora llego de la busca de Poxle, con otras personas del pueblo. Y tenemos una buena noticia y otra mala.

Casi prefería no saber ninguna…- me dije, no sé si lo pensé o lo dije al final.

-La buena es que encontramos al chaval, la mala que habrá que celebrar un funeral…

Me quede de piedra ante aquellas palabras. Paralizada por el momento, mi padre y yo volvimos a casa juntos.





La mañana fue muy pesada y bochornosa. Asistí al funeral, la verdad es que lo prepararon enseguida, por lo visto sus padres no apreciaban mucho a su hijo mayor. Yo no pude hablar en muchas ocasiones con Poxle. Pero todos los describen como una persona cerrada, de mente retorcida y perversa, era bastante fanático a los animales y plantas venenosas. Nadie parecía estar triste por su pérdida. Cuando fui a darle el pésame a Iris, ella no parecía estar triste, pero simplemente me dijo que yo lo había matado y se marchó. No entendía nada, Iris actuaba de una forma muy rara. Cuando le pregunte a mi padre acerca de la muerte de Poxle, no me pudo decir gran cosa, por lo visto fue atacado por animales salvajes, así que sin autopsia nadie sabe el origen de la muerte, pero parece ser que los padres se negaron a hacer autopsia alguna. Así que, se murió y punto. Que familia más fría. Aunque siempre me había parecido simpáticos e Iris también. El viejo sacerdote del templo fue quien hizo unos cánticos y nada más acabó, todos se marcharon. Mi madre aprovecho para enseñarle el colgante del que tanto parecía estar preocupada. Cuando el sacerdote dijo que no había nada raro me lo devolvió. Por ahora lo guarde, lo examinaría al llegar a casa.

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